jueves, 31 de enero de 2019

Reseña de "El retorno del rey" (El señor de los anillos #3) de J.R.R Tolkien


¡Hola, hola! ¡Segunda reseña del día! Me entusiasmé tanto escribiendo la reseña de la primera parte que horas después ya tenía ésta. Y pensé, ¿por qué no publicarlas las dos juntas? Así con esto cerramos todas las reseñas de la saga (aunque aún me queda por leer El Silmarillion, pero eso será algo aparte).


Libro: El retorno del rey
Saga: El señor de los anillos
Autor: J.R.R. Tolkien
Editorial: Minotauro








Los ejércitos del Señor Oscuro van extendiendo cada vez más su maléfica sombra por la Tierra Media. Hombres, elfos y enanos unen sus fuerzas para presentar batalla contra Sauron y sus huestes. Ajenos a estos preparativos, Frodo y Sam se internan cada vez más en el país de Mordor en su heroico viaje para destruir el Anillo de Poder en las Grietas del Destino.








“El señor de los Anillos III, El Retorno del Rey”, es la última entrega de esta maravillosa saga, y déjenme decirles que es un libro É-P-I-C-O. 

“Las hazañas no son menos valerosas porque nadie las alabe”

No esperaba que la conclusión fuera tan emocionante. Si el primer libro se encargaba de sentar las bases para que pudiéramos comprender los conflictos posteriores, en esta tercera entrega todo explota.

Para empezar, contiene varias escenas de batallas. A lo largo de sus páginas apenas sí tendremos un minuto de respiro. Los enfrentamientos están llenos de estrategias y momentos en los que los personajes tienen oportunidad de lucirse de manera espectacular, por lo que resultan muy emocionantes de leer. Y algunos incluso tienen giros interesantes, con apariciones y reapariciones de antiguos personajes que llegan cuando menos te lo esperas.

“—¡Si yo hubiera! ¡Si yo hubiera! —exclamó—. Todas esas palabras, todos esos si son vanos. Ahora va camino de la Sombra, y sólo el tiempo dirá lo que el destino prepara, para el objeto y para nosotros. En el plazo que aún queda, que no será largo, que todos los que luchan contra el Enemigo cada uno a su manera se unan, y que conserven la esperanza mientras sea posible, y cuando ya no les quede ninguna, que tengan al menos la entereza necesaria para morir libres”.

Aunque por lo general siempre es Aragorn quien se lleva toda mi atención en estas batallas, quiero destacar también la actuación de Faramir, el hermano de Boromir al que ya conocimos en el tomo anterior, que en esta entrega se revela como un guerrero tan válido como nuestro querido Trancos.

“Es valiente, más valiente de lo que muchos suponen; pues en estos tiempos los hombres no quieren creer que alguien pueda ser un sabio, un hombre versado en los antiguos manuscritos y en las leyendas y canciones del pasado, y al mismo tiempo un capitán intrépido y de decisiones rápidas en el campo de batalla”.

Tampoco puedo dejar de mencionar a Eowyn, un personaje femenino que brilla por realizar hazañas que están totalmente altura de las que llevan a cabo los personajes masculinos de la saga, y que sorprende por salirse del esquema —tan habitual en los libros de fantasía épica que ya tienen sus años—, de damisela en apuros y dama-trofeo. Incluso me ha gustado cómo se desarrolló el tema de sus sentimientos por Aragorn y el final que tuvo.

“Ya bastante he esperado con las rodillas flojas. Si ahora no me tiemblan, parece, ¿no puedo vivir mi vida como yo lo deseo?”


Pero, como ya pudimos comprobar en el libro anterior, esta no es solamente una historia de grandes guerreros, hombres y mujeres armados, nobles a caballo y ejércitos innumerables. Es también una historia de héroes inesperados, de pequeñas personas, de gente común que encuentra la valentía en su interior para enfrentarse a la adversidad. Así, asistimos también al crecimiento y envalentonamiento de Merry y Pippin, que ya habían jugado un papel muy importante reclutando a los Ents en el libro anterior, y que aquí se tienen que enfrentarse al peligro de estar metidos en medio de una importante batalla.

 “—Donde no falta voluntad, siempre hay un camino, decimos nosotros —susurró—, y yo mismo he podido comprobarlo”.

Y por supuesto, en esta categoría de “héroes inesperados” también entran Frodo y Sam, que siguen lidiando como pueden contra los orcos de Mordor, las sombras y la desesperanza.

Como ya he mencionado en mi reseña anterior, no puedo evitar sentir un gran cariño hacia Sam. No es un gran guerrero, como los personajes anteriormente mencionados, pero es precisamente por eso que sus intentos por rescatar a Frodo de los orcos me parecieron absolutamente valientes y meritorios. Gracias a su lealtad y bondad, logra suplir en buena parte su falta de habilidad con las armas.

Frodo, por su parte, hace un gran trabajo resistiendo la oscuridad que trae consigo el anillo. Es necesario mencionar que, en este sentido, cumple un rol en la historia muy diferente al que estamos acostumbrados a asociar con los protagonistas de fantasía épica. No es un gran mago, ni el líder de un ejército, ni un elegido con poderes especiales: es el portador de un objeto maldito y su principal víctima. En ningún momento pasa a primer plano como hombre de acción, sino que sufre en todo momento y debe soportar su carga lo mejor que puede hasta llegar al final. Pero es esta perseverancia y resistencia contra la corrupción del poder lo que lo convierte en un héroe.

En lo que se refiere a Gollum… No voy a hablar demasiado para no spoilear a los que no se han leído el libro ni se han visto las películas, pero les diré que me resulta muy llamativo el giro que le da Tolkien a su personaje.

“Traición, una traición, eso es lo que temo: una traición de esa criatura miserable. Pero así tenía que ser. Recordemos que un traidor puede traicionarse a sí mismo y hacer involuntariamente un bien. Ocurre a veces. ¡Buenas noches!”

¿Y qué puedo decir del final? Creo que nunca he leído una conclusión de saga que me haya emocionado tanto como la de este libro. En parte, creo que se debe a que Tolkien no concluyó la historia precipitadamente una vez alcanzado el clímax de la trama, sino que se tomó su tiempo para contarnos en qué estado emocional quedaron todos sus personajes al concluir la guerra. Y no me refiero a que incluyó un capítulo del estilo “unos años más tarde” —aunque también tenemos uno de estos— hacia el final del libro, sino que se tomó la molestia de hablarnos del impacto que causó en todos la guerra nada más finalizar; nos refiere las pérdidas que tuvieron que llorar algunos personajes, las victorias que se encargaron de celebrar más tarde, las reuniones y reencuentros que se produjeron, las relaciones inesperadas que se forjaron, e incluso, los traumas y posos de amargura que se formaron en el corazón de algunos personajes. Por momentos, Tolkien resulta desgarrador y realista, pero también deja espacio para el amor y la esperanza. Además, en todo momento hace hincapié en el enorme crecimiento que se produjo en muchos de sus  personajes durante el viaje, y en cómo esto resulta importante para que puedan transformar su entorno en el futuro.

“Tendréis que enderezar vosotros mismos los entuertos: para eso habéis sido preparados. ¿No lo comprendéis aún? Mi tiempo ha pasado ya: no me incumbe a mí enderezar las cosas, ni ayudar a la gente a enderezarlas. En cuanto a vosotros, mis queridos amigos, no necesitaréis ayuda. Ahora habéis crecido. Habéis crecido mucho en verdad: estáis entre los grandes, y no temo por la suerte de ninguno de vosotros”.

Así, este libro concentra en su interior toda lo bueno que debe tener un libro de fantasía épica. Los enfrentamientos no son meras descripciones de espadas que se entrecruzan y caballos que galopan; son agitación, son incertidumbre y acción. Y las escenas más tranquilas que transcurren entre batalla y batalla no son escenas de relleno; son momentos significativos en las cuales los personajes estrechan sus lazos, en las que procesan todo lo que les ha pasado y se transforman. Todo eso confluye al final, por lo que la emoción está asegurada. Y si a esto le agregamos la maravillosa prosa de Tolkien, que dota de belleza a todos los escenarios donde transcurre la historia, a cada diálogo que los personajes pronuncian, y a todas las escenas de alto contenido épico que se producen, el deleite está asegurado.

No me queda más que recomendarles esta saga con todas mis fuerzas a los amantes de la fantasía en particular y a los de las buenas historias en general. Estoy segura de que no se arrepentirán de leerla.


¿Y ustedes qué me dicen? ¿Leyeron alguno de los libros o vieron las películas? ¿Les gustó? ¡Cuéntenme en los comentarios!

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