miércoles, 31 de julio de 2019

Reseña de "Charlie y la fábrica de chocolate" de Roald Dahl


¡Hola a todos! Siguiendo con la lectura conjunta de Roald Dahl, hoy les traigo la reseña de “Charlie y la fábrica de chocolate”, la exitosa primera obra del autor que fascinará a los fanáticos de las golosinas y las historias imaginativas.


Libro: Charlie y la fábrica de chocolate
Autor: Roald Dahl
Sello: Alfaguara Clásicos
Editorial: Penguin Random House







El señor Wonka, dueño de la magnífica fábrica de chocolate, ha escondido cinco billetes de oro en sus chocolatinas. Quienes los encuentren serán los elegidos para visitar la fábrica. Charlie tiene la fortuna de encontrar uno de esos billetes y, a partir de ese momento, su vida cambiará para siempre.










Charlie Bucket vive con sus padres y sus cuatro abuelos —maternos y paternos— en una pequeña casa donde se ven obligados a comer pan con margarina, papas, repollo y sopa durante toda la semana, porque no tienen suficiente dinero para costearse otro tipo de alimentos. En esta situación, la mayor alegría del pequeño Charlie es recibir una barra de chocolate en el día de su cumpleaños, y su más grande tortura, tener que aspirar el aroma a golosinas que sale de la fábrica que está justo enfrente de su casa, a sabiendas de que no puede comprar ninguno de sus productos.

Muchas cosas se dicen respecto a esta peculiar fábrica. Su dueño, Willy Wonka, cerró sus puertas al público —y a los obreros nuevos— hace muchos años para evitar que otras industrias de dulces copiaran sus recetas, y a causa de esto, nadie sabe muy bien cómo se las ha arreglado para seguir fabricando chocolate ni qué clase de maravillas secretas guarda allí adentro. No obstante todos sospechan que el lugar lugar debe ser fascinante, pues desde hace muchos años Willy Wonka ha sido capaz de fabricar cosas increíbles, como un helado de chocolate que nunca se derrite o caramelos que cambian de color cada dos segundos. ¡Nada que puedas encontrar en una fábrica común y corriente!

El misterio que rodea a aquel sitio parece ser irresoluble, pero, un buen día, sale un anuncio inesperado en los diarios: Willy Wonka ha escondido cinco billetes dorados en cinco barras de chocolate, y aquellos niños que hayan tenido la suerte de encontrarlas tendrán la posibilidad de entrar a la fábrica y llevarse una dotación vitalicia de golosinas.

La noticia causa una auténtica revolución en todas partes. Todos quieren un billete dorado. Nadie quiere perderse esta oportunidad única. Pero, ¿quiénes serán los afortunados?

“Willy Wonka puede hacer caramelos que saben a violetas, y caramelos que cambian de color cada diez segundos a medida que se van chupando, y pequeños dulces ligeros como una pluma  que se derriten deliciosamente en el momento en que te los pones entre los labios. Puede hacer chicle que no pierde nunca su sabor, y globos de caramelo que puedes hincar hasta hacerlos enormes antes de revenarlos con un alfiler y comérterlos”.

No creo que sea una sorpresa para nadie si les digo que uno los niños que se gana el Billete Dorado es el pequeño Charlie —el título del libro ya es un spoiler en sí mismo—, pero aun así, Roald Dahl hace que te mantengas a la expectativa del gran anuncio todo el tiempo. Encontrar uno de estos billetes es como ganarse la lotería y nosotros compartimos la emoción y el nerviosismo de Charlie y su familia como si de nuestra propia suerte se tratara.

El tono de la primera parte del libro es absolutamente inocente y entrañable, por lo que contrasta vivamente con el ambiente que respiramos más adelante, una vez que conocemos al resto de los personajes que tomarán parte en la excursión a la fábrica y nos adentramos en la industria misma.

Y es que —todo hay que decirlo— el resto de los niños que ganaron el Billete Dorado son bastante egoístas y malcriados. Así, el autor nos presentará a Augustus Gloop, un niño muy goloso que ama comer chocolate de forma desmedida; a Veruca Salt, una niña rica y caprichosa a la cual su padre le compra todo lo que ella quiere; a Violet Beauregarde, una fanática de los chicles que impuso un nuevo récord por marcar una de estas golosinas por tres meses; y, por último, a Mike Tevé, un niño aficionado  a la televisión y los programas de gángster al que le gustan las escenas de violencia con pistolas y disparos incluidos. Todos ellos contrastan con el inocente Charlie, tan humilde y generoso que incluso está a dispuesto a compartir una barra de chocolate que le regalaron para su cumpleaños con su familia.

Por supuesto, el personaje que se roba todas las miradas a lo largo del libro es Willy Wonka, el alegre y excéntrico dueño de fábrica, que viste con un frac de terciopelo color ciruela, pantalón verde botella y guantes color gris perla. El autor lo describe de una manera tal que nos parece estar viendo al personaje de un circo, pero puede que, de cierta forma, esto sea así, pues la fábrica de chocolate es en sí misma todo un espectáculo.

A Roald Dahl le gustan las canciones y los juegos de palabras. Juega con la curiosidad y la sorpresa. La narración misma parece avanzar dando saltitos, como Willy Wonka, con divertidas enumeraciones de las máquinas que posee el dueño de la fábrica y los dulces que inventa. Las palabras no parecen alcanzar para describir todo lo que hay allí, al igual que los ojos de Charlie no parecen bastar para ver todo tampoco, y nosotros los lectores no quedamos emocionados y extasiados durante todo el paseo por la descomunal y extravagante fábrica, sin poder dejar de preguntarnos qué más puede suceder a continuación.

“Charlie Bucket examinó la gigantesca habitación en la que ahora se encontraba. ¡Parecía la cocina de una bruja! A su alrededor había negras cacerolas de metal hirviendo y burbujeando sobre enormes fogones, y peroles friendo y ollas cociendo, y extrañas máquinas de hierro repicando y salpicando, y había tuberías a lo largo del techo y de las paredes, y toda la habitación estaba llena de humo y de vapor y de deliciosos aromas.”

Pero es recién a la mitad de la novela que empezamos a descubrir cuál es el verdadero hilo conductor de la historia. Hay muchas personas interesadas en conocer la fábrica del señor Wonka, pero no todas están a la altura de la experiencia ni son dignas de probar sus golosinas.

Un elemento muy propio de Roald Dahl, que también está presente en Matilda, es la crítica mordaz a los adultos superficiales y/o egoístas. Como creo que ya he mencionado en otra ocasión, es poco frecuente ver este tipo de retratos de los adultos en otras obras para niños, en los cuales las figuras de los padres y otros adultos en otras obras para niños, en los cuales las figuras de los padres y las autoridades responsables están ausentes o aparecen como ejemplos a seguir. En contraposición, la postura de Roald Dahl es bastante realista y a la vez profundamente despiadada, a tal punto que el lector no puede menos que sorprenderse y reírse un poco. Quizás alguien que se vea reflejado en alguno de los padres de los chicos  —o en los niños mismos— pueda sentirse molesto, pero, por otra parte, es necesario reconocer que en muchas ocasiones resulta inevitable darle la razón a Roald Dahl. Su forma de regañar a los lectores no es la que se acostumbra a usar en los libros para niños, pues a pesar de que tiene un toque moralizante, tiene un punto de humor irónico que hace que sus libros sean igual de atractivos para los adultos que para los niños. ¿Alguien tiene en su casa, por ejemplo, a un chico caprichoso? Quizás el caso de Veruca Salt ilumine a alguien.

“¿Es ella sola la culpable?
¿Ella es la única responsable?
Pues aunque sí es muy malcriada,
terca, voluble y caprichosa,
gritona y maleducada,
después de todo, ¿quién lo ha hecho,
sino sus padres? ¿Hay derecho
a castigarla sólo a ella
cuando quienes más en falta están
son ellos dos, mamá y papá?”

Si están buscando un libro con personajes caricaturescos y grotescos, con exageraciones e ironías, canciones y juegos de palabras, no duden en buscar este clásico infantil, que puede leerse a cualquier edad.

¿Y ustedes? ¿Han leído el libro o visto la película? ¡Cuéntenme en los comentarios!

Book Tag de Aladdin



¡Hola a todos! ¿Alguno de ustedes vio el live action de Aladdin cuando lo estrenaron? Sé que llego un poco tarde, pero como me encantan las canciones de esta película, y de todos modos no hace tanto tiempo que Aladdin estuvo en cines, he pensado que podía traerles este pequeño booktag que vi en el canal Isa de Crónicas de una Merodeadora. ¿Listos? ¡Allá vamos!


Book Tag de Aladdin



Arabian Nights— Un libro que se desarrolle en un entorno poco común.

En esta consigna voy a decir “La Saga de los Confines” de Liliana Bodoc. Es poco común leer libros de fantasy que se desarrollen en Latinoamérica, y esta saga en particular me encanta porque sabe llevar la magia y los arquetipos de este género literario a un entorno cercano, con personajes que tienen tradiciones y creencias que bien podrían haber pertenecido a antiguos pobladores de nuestra tierra.

A Whole New World — Un libro de fantasía que quieres que todos lean.

¡Me gustaría que todos leyesen “La historia interminable” de Michael Ende! Es una historia maravillosa, que desborda imaginación y creatividad, y que rinde un gran homenaje al género fantástico en sí mismo, con sus posibilidades y reflexiones que van más allá de lo meramente literario.

Prince Alí — Una portada que te engañó

Príncipe Alíííí, Honor a tiiii, Alí Ababwaaaaa... Ejem, disculpen.

Afortunadamente, no me he sentido estafada por ninguna portada. Quizás haya alguna que no se haya ajustado del todo al contenido del libro, pero en este momento no lo recuerdo bien…


One Jump Ahead — Un personaje que siempre vea lo mejor de todas las situaciones.

Anne Shirley, de “Anne, la de Tejados Verdes” es una chica optimista que siempre está dispuesta a ver el lado amable de la vida y se las arregla para continuar sonriendo a pesar de todas las dificultades que tiene que sobrellevar.

Never Had A Friend Like Me — Un personaje con el que te gustaría pasar un tiempo.

ADORO al genio de la película de Aladdin. Listo, tenía que decirlo.

Para no volver a nombrar a Anne Shirley (con quien sin dudas me llevaría de maravilla), voy a mencionar a Cress, de la saga Las Crónicas Lunares. Tengo la impresión de que ella podría enseñarme muchas cosas sobre tecnología, y yo quizás podría mostrarle algunos libros de historias tiernas, como las que tanto le gustan. Seríamos buenas amigas.

Speechless: Un personaje que no le teme a no quedarse callado.

Marion, de la saga “Los viajes de Marion” es una mujer que no se calla ante nadie.  Si la intentas intimidar, saldrás perdiendo, porque ella tiene una lengua muy filosa y un coraje de hierro.


¡Y eso es todo por ahora! ¿Les gustó el book-tag? ¡Los leo en los comentarios!


martes, 16 de julio de 2019

Reseña de "Estudio en Escarlata" de Arthur Conan Doyle


¡Hola, lectores! Qué rápido está pasando el año, ¿no? Parece que fue ayer cuando todavía estábamos a principios de otoño y ya estamos en los primeros meses de invierno… Lo bueno es que este clima resulta ideal para leer en casa, tapados con una mantita y con un buen té o café al lado. (Sí, ya sé que no soy la primera ni la última persona que les dibuja esta escena, pero somos muchos los que disfrutamos de estas cosas y yo no soy la excepción, ¿ok?).

Hoy les traigo una reseña de un libro perfecto para leer en estos días de frío y neblina. Se trata de “Estudio en Escarlata”, la primera novela en que hace su aparición Sherlock Holmes.






Sherlock Holmes es el detective más famoso de todos los tiempos. Alto, delgado, terriblemente inteligente, el solitario inglés sólo hallaba remedio a su aburrimiento resolviendo los casos policiales más complejos. Estudio en escarlata (1887) es la primera obra de Arthur Conan Doyle en la que aparece Holmes. Un asesinato perpetrado en circunstancias extrañas desconcierta a la policía de Scotland Yard, que busca la ayuda del célebre detective.










Libro: Estudio en Escarlata
Autor: Arthur Conan Doyle


La influencia de Sherlock Holmes en la cultura popular es innegable. Incluso si no han leído los libros originales de Arthur Conan Doyle, resulta probabilísticamente imposible que no se hayan topado con una sola referencia al mítico detective en algún libro de misterio, serie policial, juego de mesa, videojuego, o en algún episodio especial de dibujos animados que girara en torno a la resolución de un crimen. ¿El personaje en cuestión usaba una gorra de cazador, lupa y una pipa? Sí, ése era Sherlock Holmes, tal y como fue retratado en la primera película de cine mudo que se filmó en 1903, aunque esas características de su vestimenta no se mencionaran en los libros.

Y por supuesto, no se puede hablar de Sherlock Holmes sin hablar del Dr. John Watson (o quizás sí, pero yo creo que es un crimen no mencionarlo), su leal compañero de aventuras, que nos contará en primera persona como narrador testigo todo lo que acontece en los casos que resuelve el emblemático detective.

“No hay objeto de estudio más digno del hombre que el hombre mismo”

En “Estudio en Escarlata”, la primera novela donde aparece Sherlock Holmes, el Dr. Watson nos cuenta que acaba de regresar de la guerra de Afganistán y que está buscando un piso dónde vivir. Un conocido suyo le dice que conoce a alguien que está buscando compañero de departamento, pero le advierte que es un poco extraño y que debe tomarse con calma sus excentricidades. Esta persona es, por supuesto, Sherlock, que ya desde su primer encuentro con Watson saca a relucir sus habilidades deductivas y le hace unas cuantas observaciones sobre su vida en el ejército —sin que él haya dicho ni una sola palabra al respecto— que dejan a todos con la boca abierta.

Una vez instalado en su nueva residencia —el mítico departamento 221B de la calle Baker—, Watson empieza a conocer mejor a su compañero y descubre cuál es su particular profesión.

¡Y aquí empieza el misterio, señoras y señores! La policía de Scotland Yard, representada aquí por los hacendosos —pero poco competentes— Gregson y Lestrade, recurre a Sherlock Holmes para que los ayude a resolver un crimen que gira en torno a un asesinato cometido en una casa abandonada. El crimen posee algunas pistas realmente singulares, como la palabra “Rache” escrita en sangre en una de las paredes y un anillo de compromiso tirado en el suelo. Todo esto desconcierta a la policía, pero, por supuesto, para Sherlock Holmes todo siempre está más que claro.

Un estudio en escarlata, ¿eh? ¿Por qué no hemos de emplear un poco el argot artístico? Nos encontramos con el hilo rojo del asesinato enzarzado en la madeja incolora de la vida, y nuestro deber consiste en desenmarañarlo, aislarlo y poner a la vista hasta la última pulgada.”


El personaje de Sherlock Holmes me parece fascinante; es fácil comprender por qué continúa teniendo tanto éxito aun cuando ha pasado un siglo y medio desde que Arthur Conan Doyle lo plasmara por primera vez en las páginas de Estudio en Escarlata. Aunque es un genio, no lo podemos considerar un hombre perfecto: por momentos da muestras de soberbia, impaciencia y malhumor, lo cual saca de quicio a sus colegas y allegados. Pero esto no lo hace en absoluto un mal personaje, sino que lo hace más humano y le da una amplia gama de matices a su personalidad.

Watson, en cambio, es un personaje mucho más sencillo: afable, sincero y honesto, funciona perfectamente como la contraparte de Sherlock. Resulta fácil encariñarse con él; está tan perdido como nosotros en lo que se refiere a la resolución del caso y es leal a Sherlock hasta las últimas consecuencias. Hay momentos en que uno quisiera construirle una estatua por ser tan paciente.

Juntos constituyen lo que quizás sea una de las duplas más emblemáticas de la historia de la literatura —junto con Don Quijote y Sancho Panza—, razón por la cual prácticamente se han convertido en arquetipos dentro del género policial, homenajeados y repetidos una y otra vez por distintos escritores que han intentado imitar la dinámica detective-asistente en sus propias historias.

“Cuando un hecho parece contradecir un largo cortejo de deducciones resulta de una manera invariable capaz de ser interpretado de diferente manera.”

Estudio en Escarlata es una novela que está dividida en tres partes. La primera y la última son extractos del diario de Watson, que nos cuenta la forma en que su amigo fue resolviendo el caso en cuestión; pero la segunda parte, la que está justo a la mitad de la novela, nos sitúa en un tiempo y un espacio totalmente diferente. No diré nada más para no spoilear a nadie, pero lo que sí puedo contarles es que está narrada desde el punto de vista de los personajes que protagonizaron el crimen en sí, lo cual nos permitirá adentrarnos más en su historia y observar qué tan acertadas eran las deducciones que Sherlock Holmes sacó sobre ellos. Esto es un punto muy original —aunque a más de uno puede que lo desconcierte un poco el cambio abrupto de escenario en medio de la lectura— y creo que hace de esta novela algo muy distinto a lo que estamos acostumbrados a leer en el género detectivesco.

Por último, quisiera agregar que esta no es una típica novela del subgénero whudunit —quién lo hizo— como la que podemos encontrar en las novelas de Agatha Christie. En la mayoría de los libros de Sherlock Holmes nos falta información como lectores para resolver el caso, dado que hay pistas que sólo nuestro infalible detective puede ver y que no comparte con nosotros hasta que un confundido John Watson le pregunta cómo es posible que haya sacado tal o cual conclusión cuando para él nada de lo que está viendo tiene sentido. Además, prácticamente no hay sospechosos o personajes conocidos a los que podamos acusar de haber cometido el crimen. Algunos aspectos del caso sí se pueden razonar, pero no podremos ponerle nombre al criminal hasta más adelante, porque esa información sólo la conoce Sherlock. No obstante, es una entretenidísima novela de investigación, que incluso tiene sus puntos de humor en algunas partes, y que no se hace tediosa en ningún momento.

“—(…) Son muchas las personas que, si usted les describe una serie de hechos, les anunciarían cuál va a ser el resultado. Sin embargo, son pocas las personas que, diciéndoles usted el resultado, son capaces de extraer de lo más hondo de su propia conciencia los pasos que los condujeron a ese resultado.”

Así que… ¿La recomiendo? Elemental, mis queridos lectores. Y si después de haber leído Estudio en Escarlata se quedan con ganas de más, siempre pueden leer su siguiente novela, “El signo de los Cuatro”, o el libro de relatos “Las aventuras de Sherlock Holmes”, para luego seguir con el resto de la colección. Personalmente, tengo pendientes unos tres libros más del famoso detective y espero poder leerlos pronto.

¡Y eso es todo! ¿Han leído algún libro de Sherlock Holmes? ¡Cuéntenme en los comentarios!

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