¡Hola, lectores! Hoy les traigo una novela juvenil que les recomiendo muchísimo: Las cosas por su nombre, de Florencia Serpentini.
Libro: Las cosas por su nombre
Autora: Florencia Serpentini
Editorial: Del Naranjo
Año de publicación: 2019
Las cosas por su nombre es la primera novela de Florencia Serpentini y, tras haberla leído, tengo que decir que me gustó muchísimo.
La premisa es muy sencilla: una preadolescente está a punto de mudarse con su padre a una nueva casa y tiene que decidir qué cosas se llevará y cuáles dejará atrás. Varios de estos objetos han pertenecido a las ex novias de su padre, mujeres muy distintas entre sí que, cada una a su manera, fueron dejando una huella en su forma de ser. Así es como la protagonista nos va contando la historia de los diferentes objetos y sus razones para descartarlos o guardarlos. Mientras tanto, iremos conociendo mejor su historia: exploraremos la relación que tiene con su padre, nos enteraremos de lo que sucedió con su madre, y seremos testigos de la forma en que aprendió a lidiar con la inestabilidad en la que vive.
“Teníamos dos semanas para mudarnos. Para mí, mejor, porque ese barrio no me gustaba. Papá consiguió cajas y papel de diario. Como él trabajaba todo el día, yo era la encargada de embalar la menor cantidad de cosas posible. No podíamos llevar todo el departamento porque era muy chico. Cuando volvía del colegio tenía que decidir qué dejábamos en casa y qué nos llevábamos al departamento nuevo. Iba a ser muy difícil, pero debía hacerlo yo porque a papá los objetos no le importaban. Pocas cosas le importaban a mi papá. Hoy, sé bien cuáles; pero en ese entonces, no tanto”.
Madurar emocionalmente es un proceso largo y complejo que resulta notorio en nuestro paso de la infancia a la adolescencia, pero que continúa a lo largo de nuestra vida. Lo podemos ver en la figura del padre de la protagonista, un hombre que todavía no ha sido capaz de superar ciertos momentos duros que lo han dejado marcado, y al que iremos conociendo poco a poco, de la mano de la protagonista. Ella también lo irá (re)descubriendo a medida que piensa en el papel que ha jugado en su crianza durante todos esos años e inspecciona las cicatrices emocionales con las que carga, que tanto se parecen a las suyas.
Es una novela muy introspectiva, que reflexiona de una forma maravillosa acerca de los cambios internos y externos a los que nos enfrentamos cuando crecemos, así como las relaciones que establecemos con los demás. También nos habla sobre las pequeñas cosas que van construyendo nuestra identidad, lo que tomamos de otros para imitarlos, y lo que hacemos para diferenciarnos. Es una historia de crecimiento con todas las letras, pero, al mismo tiempo, puede ser disfrutada por cualquier adulto, porque nos habla de temas que nos interpelan a cualquier edad: el arraigo y el abandono, lo que las personas nos dejan y se llevan, el contraste entre lo efímero y lo perdurable, y, en definitiva, lo que es pasajero y lo que es constante en nuestras vidas.
Al mismo tiempo, nos plantea algunas preguntas interesantes: ¿crecer es dejar atrás las cosas de nuestra infancia? ¿Qué vale la pena rememorar y qué no?
Los recuerdos y las esperanzas son muy importantes en esta historia, porque son las llaves que nos abren las puertas del pasado y el futuro de la protagonista. Hay un objeto en particular que resultará clave en la novela: una zapatilla roja, perdida hace mucho tiempo, que no parece estar en ningún lugar de la casa. Pero no puedo contarles mucho al respecto, porque es mejor que descubran lo que le sucedió ustedes mismos, junto a la narradora.
Una historia que capta de manera muy vívida la voz de una chica en pleno crecimiento. Recomendadísima.
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