sábado, 6 de junio de 2020

Reseña de "Nosotros después de las doce" de Laia Soler


¡Hola, lectores! ¿Cómo llevan la cuarentena? He estado algo ocupada y por eso no he podido reseñar tanto para el blog como hubiera querido, pero de vez en cuando me hago un tiempo para leer, y por eso hoy les traigo mi opinión sobre un libro que llevaba rato en mi lista de pendientes: “Nosotros después de las doce” de Laia Soler. Pude conseguir este e-book gracias a la iniciativa de la Editorial Urano y el Sello Puck —que contó con el consentimiento de sus autores— de liberar algunos libros durante la cuarentena, y he pensado que una buena forma de retribuirles todo su esfuerzo y generosidad sería dedicarle una reseña a esta historia que tanto me sorprendió. ¡Muchas gracias a Laia y a Puck por el regalo!

Libro: Nosotros después de las doce
Autora: Laia Soler
Editorial: Urano
Sello: Puck
Sinopsis:


Si pudieras borrar de tu mente los recuerdos que te hacen sufrir, las traiciones, las pérdidas y los desengaños... Si pudieras convertir tu mente en un mural en blanco donde volver a pintar tu vida, ¿lo harías?
 Aurora vive en Valira, un pequeño pueblo situado entre montañas. No cree en los cuentos de hadas, pero sí en la magia. Al fin y al cabo, Valira debe su nombre a una reina feérica. Dice la leyenda que la sangre de las hadas aún corre por las venas de sus habitantes, que el pozo del pueblo alberga el espíritu de la reina y que el antiguo carrusel de la plaza posee poderes extraños. No, en Valira nadie se atrevería a negar la existencia de la magia. La víspera de San Juan, la noche más mágica del año, la mejor amiga de Aurora, Erin, regresa al pueblo después de dos años viviendo en la gran ciudad. Y con ella vuelve Teo, su hermano gemelo, cuya presencia Aurora prefiere evitar. Pero la mirada de Teo no es tal como ella la recordaba, ni su pelo, ni su sonrisa. Y cuando el más poderoso de los sentimientos asoma entre los dos, Aurora empezará a dudar de si acaso estará viviendo la segunda parte de una historia de amor olvidada o… no. Con una voz potente, actual y profundamente evocadora, Laia Soler teje una historia salpicada de magia que nos arrastra por las turbulentas aguas de la memoria, el dolor y el amor para reflexionar sobre todo aquello que nos une, nos separa y nos hace crecer como personas.


¿Recuerdan cuando eran pequeños y se entristecían por algo que no había salido como ustedes querían, pero entonces se abocaban a una actividad o entretenimiento que los hacía olvidarse completamente de todo y los ayudaba a sentirse mejor?  ¿Siguen teniendo una vía de escape así en su vida adulta? Bien, pero ahora piensen: ¿qué pasaría si existiese un objeto mágico que literalmente los hiciera olvidarse de todo aquello que les ha causado un gran dolor, borrando de la faz de la tierra todo aquello que les hiciera recordarlo? ¿Les gustaría que existiese? ¿Lo usarían? Porque esto es lo que posee Aurora, la protagonista de esta historia.

El pueblo donde vive la protagonista, Valira, recibe muchas visitas de los turistas y parece salido de un cuento de hadas; se encuentra cerca de un bosque que trepa por un valle hasta llegar a las montañas y tiene un ambiente sumamente apacible y pintoresco. Pero no es solo su apariencia lo que le da un aire mágico, sino también las leyendas que circulan a su alrededor, como aquella que habla de un hada que un día se enamoró de un humano al que le juró amor eterno… Y luego está el carrusel —uno de los más antiguos de Europa—, en el que hay un corcel dorado que, según dicen, puede borrar todos los malos recuerdos de tu pasado con solo desearlo.

La protagonista cree en la magia, pero no en los finales felices. Detesta su nombre de princesa, que más que recordarle a la película de “La Bella Durmiente” de Disney le recuerda a las turbias y oscuras versiones originales de los cuentos recopilados por los hermanos Grimm. Le cuesta pensar en romances duraderos y ni siquiera tiene una relación cercana con los otros chicos del pueblo, con quienes no suele reunirse demasiado. Pero puede que todo eso cambie cuando el vivaz y creativo Teo —hermano de una de sus viejas amigas, con quien perdió contacto hace un par de años— regrese al pueblo después de una larga ausencia.

No obstante, hay un problema. La única persona en la que Aurora confía es su abuelo, que sufre de una enfermedad cardíaca; fue él quien le mostró el carrusel cuando era pequeña y la ayudó a olvidar todas las malas experiencias de su pasado, por lo que le tiene mucho cariño y vive constantemente con  miedo a perderlo. Por eso, cuando su abuelo le asegura que Teo es una de esas personas que ella trató de olvidar en el carrusel hace año,  y que no confía demasiado en él, Aurora comienza a llenarse de dudas…

“A veces, cuando la vida nos pone contra las cuerdas, no sabemos cómo reaccionar. No pensamos, hacemos lo que el cuerpo nos pide”.

Si tuviera que describir este libro con una palabra, esa sería “original”. Los elementos fantásticos —de gran peso dentro de la trama— se entremezclan con el realismo de la historia de manera maravillosa. Se trata de una de esas obras en las que el objeto mágico en cuestión no da pie a ninguna de esas grandes batallas y situaciones peligrosas propias de la fantasía épica, sino que es una parte importante del crecimiento de los personajes. Algo como lo que sucede en la película “13 going to 30” —también conocida como “Si tuviera 30”—, en el que los poderes para viajar en el tiempo de la casita de muñecas de la protagonista solo tienen relevancia en tanto que ayuda a los personajes a aprender de sus experiencias.

La historia está narrada a través de capítulos en primera persona. La voz de la protagonista es muy particular, pues su estilo narrativo oscila entre el tono propio de un cuento de hadas —como cuando describe, fascinada, cómo es un carrusel por dentro— y el tono sarcástico de una adolescente escéptica. Pero entre capítulo y capítulo también nos encontramos con pequeños flashbacks narrados en tercera persona que nos cuentan todo aquello que Aurora quiso olvidar a lo largo de su vida. Así, nos enteramos de que a esta chica le han roto el corazón de muchas maneras diferentes con el paso de los años. Poco a poco. A veces sin que aquellos que la perjudicaron se dieran cuenta de hasta qué punto la habían marcado con sus acciones. Al final de cada flashback, vemos cómo ella siempre elige subir al corcel dorado para olvidar.

“No soy valiente, pero eso no significa que no pueda llegar a serlo. (…) Tal vez un bolígrafo y un papel no sean las armas del más audaz, pero son las únicas que ahora mismo pueden ayudarme a ser lo que quiero ser”.

Pero una vida sin recuerdos es una vida vacía. Descolorida.  Porque si bien Aurora no recuerda el dolor que ciertas personas le han causado a lo largo de su vida y superficialmente todo parece estar “bien”, en  el fondo, las cosas ya no son como antes. Ahí donde antes había cariño ahora hay un gran espacio vacío. No hay dolor, pero tampoco grandes sentimientos. No hay nada. Eso es lo que la ha vuelto tan “desapegada”, como Teo mismo le dice.

Por otra parte, debo decir que Aurora me parece un personaje excelentemente construido. Quizás no destaque por tener un comportamiento estelar o admirable en todo momento —al fin y al cabo, esta novela trata en parte sobre sus errores del pasado—, pero su forma de actuar se explica a través de sus recuerdos. Tiene mucho sentido que una chica que aprendió a evadir sus problemas desde que era pequeña recurra como un acto reflejo a un objeto mágico que le permite olvidar su angustia de inmediato. Creció pensando que era lo mejor y lo más natural —lo mismo que su abuelo—, así que nunca se detuvo a reflexionar sobre lo que esto implicaba.

“Cuando pasan cosas malas… Hay que asumirlas o, si no son culpa nuestra, superarlas. Librarse de lo que nos molesta es hacer trampa, y creo que no te hace bien”.

Por último, hay tres cosas más que me han gustado de la historia y que mencionaré brevemente aquí para no dar spoilers.

La primera: cierta conversación que tienen dos personas sobre la ansiedad, la importancia de cuidar tu salud y no hacer nada con lo que no te sientas cómoda.

La segunda: una conversación que tienen otros dos personajes sobre el arte y el medio fallar.

Y la última: ¡las referencias a las películas de Disney! Jaja. Puntos extra por incluir ESA frase de Rafiki en el  “El rey león”, que es una de mis favoritas desde siempre.

Ah, y hablando de las frases… Preparen sus post-its y resaltadores digitales, porque si son como yo, van a estar subrayando constantemente.

 “Yo no sería Aurora sin aquellas personas que han pasado por mi vida, estén aún en ella o haga ya tiempo que desaparecieron, porque todo me moldea”.

Si están buscando una novela juvenil contemporánea, con toques mágicos y dulces, y que tenga un mensaje de superación personal entre sus páginas, “Nosotros después de las doce” es justo lo que necesitan.

¡Muchas gracias otra vez a Laia Soler y a Puck por ofrecernos este libro!

¿Alguno de ustedes ya leyó a la autora? ¡Cuéntenme en los comentarios!

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