sábado, 18 de julio de 2020

Reseña de "El jinete del dragón" de Cornelia Funke


¡Hola, lectores! ¡Cuánto tiempo sin pasarme por aquí! No he tenido muchos ratos libres para reseñar, pero sí me las he arreglado para leer un poco. En estos días en que el ambiente está frío y todos seguimos encerrados en nuestras casas, no hay nada mejor que leer alguna historia que nos lleve de viaje hasta algún lugar lejano. Por eso, hoy les traigo uno de los últimos libros que estuve curioseando: El jinete del dragón de Cornelia Funke. ¿Les suena su nombre? Es una autora alemana que ha escrito algunas sagas famosas como "Corazón de tinta" y otras menos conocidas como "Reckless". Si todavía no han leído nada suyo, este libro autoconclusivo que podríamos catalogar como middle-grade podría ser una buena forma de comenzar con ella.


Libro: El jinete del dragón
Autora: Cornelia Funke
Año de publicación original: 1997
Editorial: Fondo de Cultura Económica






La tierra de los dragones en Escocia ha sido amenazada por los humanos. Lung, un joven dragón, tendrá que buscar ayuda antes de volar hacia el Himalaya, donde, según cuentan las leyendas, se escondieron los últimos dragones.












Los dragones aún existen en este mundo, pero el valle en donde viven está en peligro; la ambición de los humanos amenaza con arrebatarles todo lo que conocen, así que deben buscar un nuevo hogar. La Linde del Cielo, un valle mítico situado en la cordillera más alta del mundo, parece un buen sitio para trasladarse, pero… ¿existe, realmente? Lung, un joven dragón plateado, está dispuesto a realizar un viaje hasta allí para salvar a su comunidad, aunque falle en el intento. Acompañado de la duende Piel de Azufre —que no dejará de protestar durante todo el camino— y del pequeño humano Ben —que no tiene donde vivir y se unirá a ellos poco después—, Lung emprenderá una odisea por las alturas que estará plagada de aventuras. Pero además de cruzar mares y cordilleras, tendrá que enfrentarse a un peligro aún mayor: el temible Sarpullido —también conocido como El Dorado—, un dragón muy particular, creado por un ambicioso alquimista, que no dejará de vigilarlos a través de sus secuaces y de las masas de agua, en las que puede asomarse a su antojo.

—¡Imposible! —exclamó—. Aquí no hay nada que les agrade. ¡Nada en absoluto!
—¡Bah! —Rata se inclinó tanto hacia atrás que a punto estuvo de caerse de la zarpa del dragón—. No digas estupideces. Tú misma estuviste donde los humanos. No hay nada que no les agrade. No hay nada que no quieran tener. ¿O ya lo olvidaste?
—¡Está bien, está bien! —gruñó Piel de Azufre—. Tienes razón. Son avariciosos. Lo quieren todo para ellos.
—¡Sí, así es! —confirmó Rata con un asentimiento de cabeza—. ¡Y yo les digo que están en camino!


Una de las cosas que más valoro en un libro para niños es que me transporte a esa época inigualable de la infancia en el que todo es extraño y misterioso, en que cada nuevo animal que descubres y cada libro que abres en un mundo entero a descubrir, y en el que tu imaginación parece capaz de llevarte a cualquier sitio. Leyendo esta novela, me sentí así nuevamente. Al terminarla, estuve segura de que, si lo hubiera leído a los nueve o diez años, lo habría adorado. ¡Si incluso ahora, siendo mayor, me he encariñado muchísimo con la historia!

Me gustaron especialmente las relaciones entre sus personajes que, al ser tan distintos entre sí, a menudo chocan en sus costumbres y modos de ver la vida. Piel de Azufre es el personaje más desconfiado; en ocasiones acierta en sus suposiciones y otras veces se equivoca, pero resulta un contrapunto bastante interesante para otros personajes, como Ben y Lung, que tienden a confiar más en los demás. Por otra parte, hay personajes que tienen un arco de evolución increíble. Mi preferido es, sin duda, el de Pata de Mosca, uno de los sirvientes del villano principal, que me tuvo al borde de la silla desde el principio por la sutileza con la que se van desarrollando sus dudas y temores.

Y hablando del villano principal… ¡es otra de las sorpresas del libro! Hacía tiempo que no me encontraba con un antagonista tan temible. Su nivel de maldad resulta intimidante, así como sus poderes para vigilar a los protagonistas desde cualquier masa de agua. Su presencia en la historia es constante, y a pesar de que uno no puede menos que pensar que es imposible que un villano tan cruel gane al final de la historia, no deja de percibirse como una verdadera amenaza.

Por otra parte, Sarpullido no es más que la encarnación del auténtico enemigo de nuestro protagonistas —y de nuestra propia raza—, que hace su aparición ya desde los primeros capítulos del libro: la ambición humana. Las personas que sólo pueden pensar en hacer fortuna, las que están dispuestas a hacerle daño a otros con tal de conseguir sus objetivos, las que asaltan y saquean las tierras de los demás, o las que destruyen todo lo que no entienden, son los principales obstáculos en la felicidad de los protagonistas, quienes, pese a ser de razas muy variadas, se ven afectados de igual manera por semejantes acciones.

Pero, por supuesto, no todos los humanos son malvados, y prueba de ello es el mismísimo Ben, que sólo tienen palabras bondadosas para cuanto ser se cruza en su camino; la experta en dragones Subaida Ghalib, que estudia toda clase de leyendas con gran sabiduría y fascinación; o el arqueólogo Barnabas Wiesengrund, que junto a su familia recorre el mundo en busca de criaturas mágicas para aprender más cosas sobre ellas desde un lugar de respeto y comprensión. Ellos representan el lado curioso y sociable de la raza humana, y son los que se terminan ganando el cariño de los lectores.

—(…) Piensas que no pueden hacer más daño que una mosca porque apenas viven unos pocos años más que ellas. Piensas que lo único que les interesa es comer y dormir. Pero no son así. ¡Oh, no! —Piel e Azufre casi se quedaba sin aire—. Las cosas que pasan a veces por el cielo y que tú, idiota, llamas pájaros ruidosos, son aviones construidos por los humanos. Pueden hablar los unos con los otros sin ni siquiera estar en las mismas tierras. Pueden hacer imágenes que se mueven y hablan, fabricar recipientes de hielo que nunca se derrite, iluminar sus casas por las noches como si hubieran atrapado el sol, pueden, pueden… —Piel de Azufre sacudió la cabeza—. Pueden hacer cosas maravillosas… y abominables. Si desean sepultar este valle bajo el agua, lo harán. Tienen que irse de aquí, les guste o no.

—(…) ustedes son demasiado grandes, demasiado inteligentes, demasiado… —se encogió de hombros— ¡demasiado diferentes! Ustedes los aterrorizarían. Y cuando algo les da miedo a los humanos, entonces…
—Entonces… —lo interrumpió el anciano dragón con voz cansada— lo destruyen.


Otro de los puntos fuertes de este libro es la gran variedad de criaturas mágicas que presenta y la fascinación con la que Cornelia Funke describe a cada una de ellas, desde las más desconocidas hasta las que resultan inusuales. ¡Incluso las que son más conocidas tienen características originales! No he leído demasiadas historias sobre dragones, pero el hecho de que en esta historia se alimenten de la luz de luna y la necesiten para volar ha sido un concepto totalmente nuevo para mí y tengo que decir que me ha encantado. Esto les proporciona un rasgo mágico que resulta llamativo y, al mismo tiempo, les añade una debilidad impensada que hace que nos tensemos de preocupación cada vez que la luna queda oculta.

¡Ah, y los paisajes! Todos son muy variados y curiosos, desde desiertos y mares, hasta cuevas y junglas en donde se esconden genios con mil ojos. En ocasiones, los protagonistas tienen que recorrer estos lugares a pie, pero la mayor parte del trayecto se realiza por los aires… ¡y hay que decir que ha sido toda una experiencia! Con un poco de imaginación —y la ayuda de las palabras de Cornelia Funke— uno casi puede sentir que va volando por los aires, en medio de tormentas, vientos helados, noches de luna llena, ráfagas de arena. Pero hasta el más difícil de los viajes tiene momentos maravillosos, y así es como por momento descubrimos lugares fascinantes y misteriosos, cada uno de ellos con su propia y peculiar criatura mágica, que sacarán a la luz nuestro espíritu aventurero.

Era tal el silencio bajo el cielo oscuro que no se oía más que el rumor de la lluvia y el susurro de los zorros que cazaban durante la noche.

Quizás los primeros capítulos del libro —exceptuando el primero, que sitúa muy bien la historia— sean los más lentos de leer, pero una vez que la historia toma un rumbo concreto y queda bien definido el elenco principal de personajes —especialmente cuando llega Pata de Araña—, el resto de la trama toma vuelo.

En cierta forma, el libro me ha recordado un poco a las películas de Disney de antaño, donde había muchos animales protagonistas, niños audaces, villanos ambicosos, personajes muy distintos entre sí que terminaban haciéndose amigos, y muchas, muchas aventuras. Hay un personaje en concreto, Lola Colagrís, que con su avioneta y su espíritu aventurero me ha recordado a la ratoncita de la película “Bernardo y Bianca”. ¡Cómo me gustaba esa historia! Tengo entendido que se basa en un libro de una autora llamada Margery Sharp, así que espero leerlo algún día.

Si les gustan las historias de fantasía más clásicas, con muchas criaturas mágicas y aventuras que se suceden una tras otra, y en las que todos los personajes tienen su momento de brillar y logran salir adelante gracias al poder de la amistad y el trabajo en equipo, esta historia es para ustedes.


¿Han leído algo de Cornelia Funke? ¡Cuéntenme en los comentarios!
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