¡Hola, lectores!
¿Les gustan las leyendas? Hoy les traigo una antología que leí hace poco y que
disfruté desde el principio hasta el final.
Título: Cuando el mundo era nuevo
Autores: Victoria Bayona, Lilia García
Bazterra, Ezequiel Dellutri, Mario Méndez, Fabiola Prulletti, Cecilia Repetti,
Marie Slosse, Franco Vaccarini.
Colección: La Hilandería
Editorial: Bambalí
Año de publicación: 2023
Cuando
el mundo era nuevo es
una de las últimas novedades de Bambalí, una editorial mendocina de LIJ que
acaba de lanzar la colección “La Hilandería”, en la que poco a poco se irán
publicando antologías de relatos firmados por autores argentinos. En esta
primera entrega, el hilo conductor son las leyendas de nuestros pueblos
originarios, que fueron contándose de boca en boca a través de distintas
generaciones, y que ahora adquieren una nueva forma gracias a la pluma de ocho
grandes escritores.
El
libro comienza con una bella introducción de Franco Vacarini, coordinador de la
antología, que nos invita a pensar en las leyendas de los antiguos narradores
como una representación del mundo y una memoria compartida de nuestra especie. Poco
a poco, iremos recorriendo distintos paisajes de la Argentina y las creencias
de cada región, mientras disfrutamos de historias de lo más diversas. A continuación, las enumero:
La luna y la flor, de Victoria Bayona: es la leyenda guaraní de la flor del
irupé. Se trata de un relato poético, ideal para leer pausadamente, que nos
presenta a Jara, una joven que se ha enamorado de un guerrero de la luna y
busca la forma de reunirse con él. Una maravillosa oda a la sensibilidad y la
conexión que tenemos con la naturaleza.
“Jara siente el mundo. El mundo la
siente a ella. Están conectados y se entrelazan danzando una vida que no le
ahorra sufrimientos. Ella ve todo: la bondad y la maldad, los espíritus afines
y los hombres de ojos huecos. Los compadece. No quisiera atravesar la vida sin
sentirla colándose en sus poros. Cada mañana es una bendición y una condena”:
La noche oscura del alma, de Lilia García Bazterra: es una leyenda mapuche del río Negro.
Quizás este sea uno de los relatos más conocidos de la antología, el de un par
de jóvenes —Limay y Neuquén— que se enamoran de la misma chica y
comienzan una disputa que desembocará en un destino inesperado. La autora supo
muy bien cómo narrar esta historia de manera que se mantuviera la tensión hasta
el final. Acompañado de algunos versos mapuches, retrata con lirismo el drama
que se teje entre los personajes.
“Cuando el sol se desdibujó en el
horizonte de la arboleda, rieron por última vez como si aún fueran niños. Una
brisa comenzó a crecer entre las ramas de los ñires. Y luego se hizo viento, a
medida que los amigos regresaban uno junto al otro pero sin dirigirse la
mirada”.
Un río para los qom, de Ezequiel Dellutri: recrea la leyenda del armadillo. Es
uno de los relatos más divertidos de la antología. Narrado en primera persona
desde la perspectiva de un armadillo que se niega a ser devorado por los qom,
nos cuenta las razones por las que el Desierto Indomable se convirtió en el
Bosque Impenetrable y el origen del río Bermejo. Una historia con mucho humor
que, además, contiene algunos pasajes conmovedores y profundos.
“Lo miro. De pronto, siento que el
cacique me trasladó su tristeza. Alekto se hace bola para hacerme reír, pero logra
algo mejor: ¿y si en lugar de círculo de la vida hiciéramos una esfera? Una
esfera que pudiera ir para otros lados, con más posibilidades y caminos”.
El poncho de Coquena, de Mario Méndez: es una leyenda diaguita-calchaquí sobre
Coquena, el dios defensor de los animales, que además de ser dueño de minas de
oro y plata, cuida con gran dedicación su rebaño de llamas, alpacas y vicuñas. No
obstante, el protagonista de esta historia es Unay, un joven que queda prendado
de los encantos de la bella y vanidosa Illari y accede a regalarle un poncho
tejido con la lana de los animales de Coquena. Con una narración fluida y
detallada, el autor nos ofrece un relato muy bello sobre la importancia de la
humildad y la dedicación.
“El joven fue aprendiendo el duro
trabajo de cuidador de rebaños, levantándose al alba, guiando a los animales a
los pastos, evitándoles los peligros, rescatándoles cuando se golpeaban o
caían. Aprendió el arte de ordeñar, que le enseñó Paqari, la hija mayor de su
padrino de manos curtidas en el trabajo. Y a hilar la lana. Pronto, le dijeron,
llegaría el tiempo de la esquila y también esa tarea le sería enseñada”.
Furia
cordillerana, de Fabiola Prulletti:
recrea la leyenda huarpe del viento Zonda y tiene por protagonista a un joven
llamado Gilanco, que caza animales indiscriminadamente con el único propósito
de alimentar su vanidad. Su imprudencia lo llevará a despertar la ira de
Pachamamac y su hijo Yastay, deidad protectora de los animales de la
cordillera. Esta historia desarrolla de manera excelente la psicología del
personaje principal, cuya necesidad de atención constante lo lleva a actuar de
manera egoísta y a perder el respeto de su comunidad.
“— (…) Pero no debes matar sin necesidad,
ofendes a Pachamamac. Ella nos brinda todo lo que es bueno para vivir, todos
los animales y hasta el algarrobo y el chañar. Nos da una tierra fértil y
lagunas donde abundan los peces. Solo podemos tomar lo necesario para
proveernos de alimento y vestimenta. Debemos respetar la vida. Somos parte de
la tierra, de lo que nos rodea y nos permite tomar todo de ella pero sin
herirla”.
De amores contrariados nacen las aguas, de Cecilia Repetti: se basa en la leyenda mbyá-guaraní de
las Cataratas del Iguazú. Dividida en pequeñas escenas, nos cuenta la historia
de Tarobá y Naipí, dos jóvenes enamorados que buscan la manera de burlar a Boi,
la diosa serpiente, a quien la joven debe entregar su vida en sacrifico como
parte de un rito. Es un relato escrito de forma muy bella, que nos
habla de la incontenible rebeldía de los enamorados y de lo que estamos
dispuesto a hacer para cambiar nuestro destino y el de los demás. Las
descripciones de la selva y las cataratas recrean muy bien la hermosura de
estos paisajes naturales.
“El río está manso y brilla con la aurora a punto de aparecer. Acompaña a los amantes que se alejan veloces con la fuerza que imprimen los remos en el agua. El silencio del nuevo día se quiebra solo con el chasquido del uno, dos, uno, dos, de la canoa que va aguas abajo. Nada temen los enamorados en las aguas tranquilas, pero son jóvenes, no saben que es el instante de la calma que da paso a la tormenta".
El camino del sol, de Marie Slosse: es la leyenda quechua del Puente del
Inca. Tupac, conquistador de tierras y reconocido inca del Tahuantinsuyo —Imperio de los Cuatro Lados—, se encuentra preocupado por la
enfermedad de su hijo y envía varias partidas de hombres a buscar una solución.
Nadie parece encontrarla, hasta que alguien le trae noticias de un río de aguas
sanadoras, en cuya orilla más lejana, tocada por Inti, se halla la cura
definitiva; pero llegar al otro lado no será fácil y requerirá de ciertos sacrificios.
Una historia muy bien narrada que habla sobre la entrega y la fuerza de las
comunidades originarias, así como de la importancia de mantener la unión y la
determinación frente a la adversidad.
“Aquella noche el curaca soñó con aguas
cristalinas acariciadas por el sol y vio el lugar exacto al que debía llevar a
su hijo. (…) Así supo que debían hacer el viaje y que atravesarían muchas
tierras, muchos climas, y que esto no sería fácil ni placentero. Pero lo sintió
como una prueba y decidió que se prepararían para partir lo antes posible”.
El espíritu del águila, de Franco Vaccarini: leyenda comechingón de Arabela y el
águila. Nos cuenta la historia de una joven que soñaba con un ser un águila y
que se terminó convirtiendo en un símbolo de libertad para su comunidad. Habla sobre el encuentro de los pueblos
originarios con los conquistadores, las injustas batallas que tuvieron que
librar, y el enorme dolor que representó para todos. Un cierre ideal para la
antología, que nos invita a rememorar nuestro pasado para construir un futuro
mejor.
“Antes era el tiempo en que las guerras
no eran guerras, solamente escaramuzas entre vecinos por una aguada, un jagüel
o por los territorios de caza; y se solucionaban con las palabras dominantes de
los ancianos. Las aldeas prosperaban en esos castillos de roca y nieve, en esos
bosques frondosos, con el único peligro de un incendio provocado por el sol
ardiente del verano en los pastos resecos después de una temporada de lluvias.
Así vivían los comechingones, en una región rica en alimentos y cursos de agua.
Ahora los llamamos comechingones. Ellos se llamaban a sí mismos los hênîa,
al norte, y los kâmîare, al sur de las sierras”.
Todos
estos relatos cuentan con breves introducciones que contextualizan las
distintas leyendas, añadiendo curiosidades y detalles interesantes sobre los
elementos naturales cuyo origen se intenta explicar. Al final también se
incluyen algunas reflexiones igualmente breves sobre las historias, que
amplían su significado y nos invita a continuar pensándolas.
Por
último, no puedo dejar de mencionar las ilustraciones de Matías Daviron,
que dan vida a los personajes y animales que aparecen en la antología de forma
magistral. Además, antes de cada relato hay un mapa con referencias dibujadas
que nos sitúa en nuestra geografía y varía los elementos resaltados según lo
que se está por contar.
Muy
recomendado para todos aquellos maestros que busquen un libro para acercar las
leyendas de los pueblos originarios a sus alumnos, y quienes sientan interés por conocer una parte importante de nuestra cultura.
¿Qué leyendas argentinas conocen? ¿Tienen ganas de leer este libro? ¡Cuéntenme en los comentarios!
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