jueves, 15 de noviembre de 2018

Reseña de "Wires and Nerve II: Los rebeldes" de Marissa Meyer

¡Hola, lectores! Hoy les traigo la reseña de "Wires and Nerve: Los rebeldes" la novela gráfica que cierra las aventuras de Iko, la androide a la que todos conocemos de la saga Crónicas Lunares. Me quedé muy entusiasmada con el primer volumen, y apenas salió el segundo fui corriendo a comprarlo, pero tardé en leerlo porque no quería terminar esta historia. ¿Me gustó? Definitivamente. ¡Sigan leyendo para saber más! (Pero si no han leído la saga ni el primer tomo.. ¡ojo con avanzar! La reseña puede contener spoilers)


Novela gráfica: Wires and Nerve II: Los rebeldes
Guión: Marissa Meyer
Arte: Stephen Gilpin
Volumen: II
Editorial: VRYA





Sinopsis:

El mundo de las CRÓNICAS LUNARES vuelve a cobrar vida en esta emocionante continuación de WIRES AND NERVE. Iko y Liam kinney deberán atrapar a Lysander Steele y su manada rebelde antes de que destruyan el frágil acuerdo de paz entre la Tierra y Luna.










"Wires and Nerve: Los rebeldes" es la última parte de esta bilogía de novelas gráficas guionizadas por Marissa Meyer —y en esta oportunidad, ilustrada por Stephen Gilpin- que tanto me ha gustado. Me produce una gran pena que no vaya a haber una tercera entrega, pero debo decir que he quedado bastante satisfecha por la forma en que se desarrolló la historia.

Me ha gustado mucho la estructura que sigue esta novela gráfica, con un buen balance de escenas emotivas, acción y romanceDebo admitir que, antes de leerla, pensé que el final sería demasiado apresurado y que no habría suficiente “espacio” para que algunos personajes evolucionaran su carácter, incluso teniendo en cuenta que el número de páginas de esta entrega es superior al del tomo interior. Sin embargo, felizmente, estaba equivocada.

Comenzaré hablando de Iko, cuya personalidad ha terminado de redondearse definitivamente en esta historia. Este segundo volumen la dota de una profundidad aún mayor que el tomo anterior, y vemos un lado más vulnerable de su personaje. Me sorprendió para bien que en este tomo se habla de su relación con la pequeña Peony—a quien muchos fans de la saga recordarán del primer libro— y de lo mucho que significó su compañía para Iko antes de que Cinder llegara a su vida. Además, me ha gustado la forma en que la autora ha explorado los confusos sentimientos de Iko respecto a ser una androide y cómo eso influye en la manera en que se ve a sí misma Surgen mil preguntas en torno a esta cuestión: ¿ella ama los vestidos porque realmente le gustan o porque está programada para que le gusten? ¿Siente cariño hacia determinadas personas de verdad o eso también forma parte de su programación? Aunque yo tenía bastante claras las respuestas a estas preguntas, no pude culpar a Iko por tener dudas de su propia identidad.

Por otra parte —y aunque parezca una contradicción— esta novela gráfica, lejos de hacerte ver a Iko como una mera computadora, te hace verla más humana.

“Pero, ¿qué es la naturaleza sino estar hechos para ser de una determinada manera, querer determinadas cosas, tener determinadas fortalezas? ¿Eso es tan diferente a haber sido diseñado?”

Y aquí es cuando quiero hablar de Kinney, ese personaje que me exasperó bastante en el primer tomo de la historia y con el que tenía muchas dudas al empezar a leer este. ¿Cómo podía alguien tan cerrado respecto a la condición de Iko comenzar a verla como algo más que un sistema de cables? Pensé que quizás su evolución sería algo forzada; pero, afortunadamente, no ha sido así.  Porque si de algo podemos estar seguros es de que, androide o no, nuestra peculiar protagonista deja huella en cada persona con la que habla, y Kinney no ha sido una excepción… Este enfoque me ha parecido muy original, y es el que ha hecho que todo el desarrollo de la historia me resultara natural y creíble.

Por supuesto, tampoco puedo olvidarme de mencionar al resto de la “tripulación de la Rampión” (yo les sigo diciendo así, aunque ya la nave ni aparezca), que también tienen participaciones muy importantes dentro de la historia. Wolf Y Scarlet, a quienes apenas vimos en el tomo anterior, se vuelven muy relevantes aquí, y le aportan un nuevo toque de romance a la historia. Winter y Jacin también tienen sus apariciones estelares, pero es Winter quien realmente tiene peso dentro de la trama: no se limita a ser un personaje de fondo, sino que sus intervenciones son importantes para el desarrollo de la historia. Cress y Thorne, por otra parte, no tienen mucho protagonismo, pero creo que es algo lógico teniendo en cuenta que ya se robaron todas las cámaras en el tomo anterior. Por último, Cinder y Kai también tienen unas cuantas apariciones importantes y uno o dos momentos juntos que terminan de redondear el futuro de su relación. Me ha agradado mucho verlos a todos otra vez y ver cómo poco a poco han ido reconstruyendo sus vidas.

Del villano, Lysander Steele, no puedo decir mucho sin spoilear. Sólo comentaré que, si bien sus motivaciones son creíbles, resulta algo irritante que siga sin creerle a Cinder cuando ella le explica los motivos por los cuales no puede curarlo de su condición de hombre lobo. ¡No lo hace porque no tiene los recursos para revertir el cambio, no porque no quiera curarlo! No obstante, no lo considero un fallo en la historia. En la vida hay gente así, que se niega a escuchar a razones.

Además, de alguna manera, el personaje de Steele sirve para marcar un contraste con el de Iko. Ambos poseen condiciones que no eligieron tener y que los afecta en su vida cotidiana. ¿Significa esto que su destino está marcado para siempre, que están “cableados” y “determinados genéticamente” y que no pueden tomar decisiones propias ni hacerse responsables de sus acciones? Es una reflexión interesante.

“Digo que no creo que el amor y la amistad puedan programarse. Tal vez tus cables hacen que te gusten ciertas cosas, o hacen que actúes de determinada manera, pero el amor… No puede fabricarse o implantarse. Crece naturalmente”.

Otro punto que positivo que quiero comentar —y que no me esperaba para nada— es la gran cantidad de escenarios que visitamos en este tomo. Desde la granja de Scarlet en Francia, el castillo de Cinder en Luna, y la localidad de Farafrah en África —¿soy la única sorprendida de que la autora haya decidido revisitar este lugar que ya parecía haber quedado olvidado en el libro tres? —, pasando por aeropuertos y salas de control, hasta salones de baile y estudios de televisión, nuestros personajes no dejan de moverse ni un solo segundo. Pero, ¿cómo podía ser de otra manera, si tienen que lidiar a lo largo de toda la trama con eventos sociales importantes, conflictos internacionales —e interplanetarios—, secuestros, misiones y campañas electorales? Me canso sólo de pensarlo.

Y aún con todo esto, siempre queda espacio para las escenas más intimistas, las que les dan un respiro a los personajes y les permiten procesar las distintas situaciones que van afrontando. Este tipo de escenas siempre suelen ser mis favoritas —porque en ellas se forjan mejor las relaciones entre los personajes y conducen a decisiones importantes—, y por suerte, esta novela gráfica las tiene por montones.

“Ya no estoy seguro de que sea necesario ser humano para saber cómo amar”.

Repito que estoy encantada con la estructura que tiene la historia. Casi no entiendo cómo es que entró todo en un solo tomo, pero no me he quedado con la sensación de que faltara nada.

Normalmente no me suele gustar que las historias se alarguen demasiado, pero en este caso, debo decir que no me molestaría seguir leyendo más cosas de Cinder y sus amigos. Creo que se debe a que Marissa Meyer suele ser muy fiel a las personalidades de sus personajes y en ningún momento desvirtúa la saga original ni contradice la lógica del mundo que ella misma ha creado. De alguna manera, tengo mucha fe en su criterio, y si mañana ella decidiera que quiere seguir contando historias sobre estos personajes, yo sería la primera en celebrarlo.


¿Ustedes qué dicen? ¿Leyeron la saga original? ¿Y las novelas gráficas? ¡Cuéntenme en los comentarios!


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