¡Hola a todos! Llegó octubre, un mes que muchas personas asocian con Halloween, las historias de terror y las series oscuras. No es un género que lea mucho y no podría sacar ninguna entrada del tema, pero sí me gustan bastante los libros que tienen atmósferas inquietantes y un toque de misterio. Por eso, he pensado en traerles la reseña de "Jane Eyre" de Charlotte Brontë, que cumple a la perfección con esos requisitos. ¡Sigan leyendo!
Dueña de un singular temperamento desde su complicada infancia de huérfana, primero a cargo de una tía poco cariñosa y después en la escuela Lowood, Jane Eyre logra el puesto de institutriz en Thornfield Hall para educar a la hija de su atrabiliario y peculiar dueño, el señor Rochester. Poco a poco, el amor irá tejiendo su red entre ellos, pero la casa y la vida de Rochester guardan un estremecedor y terrible misterio.
Jane Eyre es una de las mejores protagonistas que me he encontrado en un libro clásico. Resulta muy humana en sus pasiones, virtudes y defectos, a la vez que oscura y emocionalmente compleja. Si bien se describe a sí misma como una criatura poco agraciada e insignificante, esto no significa que sea sumisa ni que no sepa defender su valía cuando hace falta. En el fondo, posee un carácter admirable, decidido e independiente, lo cual le resulta de gran ayuda a la hora de sobreponerse a las difíciles circunstancias que debe atravesar a lo largo de su vida… Y que son muchas, por cierto: desde parientes que la maltratan y la menosprecian, hasta autoridades del colegio que también la lastiman física y psicológicamente, la vida de Jane es una cadena de desgracias. Quizás por eso se convirtió en una mujer algo taciturna, pero también reflexiva y sensible, que desea con todo su corazón conquistar la libertad y la independencia.
"Para una joven inexperta
resulta una sensación muy extraña el verse sola en el mundo: separada de todo
lo que le es familiar, insegura de poder alcanzar el puerto al que se dirige,
pero consciente de la imposibilidad de volver atrás. El amor por el riesgo
endulza el sabor de esa sensación, y el brillo del orgullo te anima a seguir,
pero de repente te asalta la brisa del miedo".
Pasada la primera parte de
la novela, que relata la infancia y adolescencia de Jane en la casa de sus
parientes y en el colegio, asistimos a un nuevo período de su vida: sus
comienzos como institutriz. Es aquí donde comienza el verdadero nudo de la
historia, pues el lugar en que consigue trabajo, Thonrfield, es una casona
enorme, de estilo gótico, situada en medio de un paisaje natural agreste, que
esconde muchos secretos y misterios.
En este sitio conoce a
Edward Rochester, el tutor de la niña a la que debe enseñar, con el que tendrá
varios cruces y discusiones, aunque al mismo tiempo no podrá verse
irremediablemente atraída por él.
Vale la pena aclarar que
el señor Rochester no es el típico protagonista masculino que encanta a todas
las mujeres. Por un lado, está muy lejos de ser atractivo —esto lo dice la
mismísima Jane, no yo— y tiene un carácter algo irritable que lo vuelve hosco y
poco sociable. No obstante, dado que a lo largo de la novela no hacemos más que
verlo a través de los ojos de Jane, poco a poco iremos descubriéndolo en toda
su complejidad y descubriremos distintos matices interesantes de su
personalidad.
Las conversaciones y
discusiones que el señor Rochester mantiene con Jane son imperdibles: están
llenas de humor, ironía e inteligencia. Muchas veces alcanzan tal nivel de
profundidad que es inevitable para el lector detenerse un momento para
reflexionar sobre ellas; otras, te roban una sonrisa por lo ingeniosas que
resultan. Jane nunca se calla sus opiniones, por lo que resulta divertido ver
cómo es capaz de rebatir casi cualquier argumento que el señor Rochester pueda
darle sobre un determinado tema y cómo logra ponerlo en su lugar en más de una
ocasión.
"Todo el mundo sabe que los prejuicios se
aferran más a las personas que no han sido suavizadas por el abono de la
educación: crecen en ellas, firmes como la mala hierba entre las piedras".
Pero no sólo los
personajes brillan en esta novela. Es necesario mencionar que “Jane Eyre”
también posee una maravillosa ambientación, que te traslada directamente a
Thornfield Hall con sólo un par de descripciones.
“Su mayor atractivo en invierno, sin embargo residía en la soledad que emanaba
del desnudo paisaje. Ni una ráfaga de viento lograba arrancarle el menor ruido:
no había un solo acebo ni ninguna otra hoja que crujiera a su paso; los
desnudos espinos y los arbustos permanecían tan inmóviles como las blancas y
gastadas piedras desperdigadas por el camino”.
La prosa de Charlotte
Brontë es bellísima, muy estética, poética y evocadora. Sabe plasmar a la perfección los sentimientos
y emociones de su protagonista a través de la narración de sus reacciones
físicas y pensamientos intensos, pero también a través de la ambientación y la
atmósfera en la que transcurre cada escena.
La obra también está
cargada de una fuerte crítica social hacia diversas situaciones, como el mal
estado sanitario de las instituciones escolares de la época, el clasismo, y el
rol de la mujer en la sociedad.
"Se supone que las mujeres
aspiran a la calma, pero lo cierto es que mujeres y hombres comparten los
mismos sentimientos. Ellas, al igual que sus hermanos, también necesitan ejercitar
sus facultades y un campo donde poder concentrar sus esfuerzos. (…) Es injusto
criticarlas o reírse de sus empeños por llegar más allá, por aprender cosas que
la costumbre les ha negado, tachándolas de innecesarias para las de su
sexo".
“Jane Eyre” es una obra dotada
de una gran sensibilidad que hará las delicias de los lectores que disfrutan de
las historias con tintes góticos y románticos, pero también de aquellos que
buscan leer un libro cargado de reflexiones sobre la naturaleza del alma humana
y los límites de las pasiones.
¿Ya lo han leído?
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