¡Hola, lectores! ¡Cuánto tiempo! El año pasado estuve bastante ocupada y no pude actualizar el blog tan seguido como hubiera querido; pero me propuse ser más constante en el 2023, así que… ¡he vuelto con otra reseña!
Esta vez les traigo un libro
policial escrito por un autor nacional: Sherlock en Buenos Aires, de
Mario Méndez.
Siempre fui fan de las
aventuras de Sherlock Holmes. Comencé leyendo algunos de sus cuentos en mi
adolescencia y más tarde me lancé por sus novelas, que me entusiasmaron por lo
interesantes que resultaban los casos y por la prosa tan elegante y atenta a los
detalles de su autor, Arthur Conan Doyle. Pero, por encima de todo, me
atrajeron sus carismáticos personajes, dotados de voces inconfundibles y
personalidades bien definidas; la complejidad del carácter frío y calculador de
Holmes, la humanidad e ingenuidad de Watson. Desde entonces, me encanta leer retellings,
homenajes y parodias que los tienen como protagonistas para reencontrarme con
ellos en distintos contextos o situaciones. Sherlock en Buenos Aires es uno de esos libros que tenía pendientes desde hace mucho tiempo... ¡y finalmente tuve la oportunidad de leerlo!
En esta historia, nuestro
narrador es Manuel Vallejos, hijo de un inmigrante asturiano y una empleada
doméstica de Edimburgo. Su madre pasó años sirviendo en la casa de un adinerado
comerciante inglés afincado en Buenos Aires, por lo que, antes de morir, le
pidió a su patrón que intercediera ante el ministro para conseguirle empleo en
la Legación Británica argentina. Así, Manuel pasó cuatro años aplicándose en
distintos trabajos dentro de la institución, hasta que, gracias a su habilidad
para hablar inglés de manera fluida, comenzó a desempeñarse como traductor.
Un día, recibe un encargo
muy especial: acompañar a nada menos que Sherlock Holmes, que acaba de llegar
al país para investigar la desaparición de Miss Elaine Bailey, la hija del
ministro plenipotenciario, representante de Inglaterra. Y aquí es donde
comienza nuestra aventura.
Mario Méndez consigue
recrear con éxito la personalidad de Sherlock al respetar varias de sus
características más representativas, como su carácter misterioso y reservado,
su elegante manera de expresarse, o su tendencia a sorprender al interlocutor
con deducciones sobre su persona. También hace referencia a su afición al
violín, su habilidad para disfrazarse, e incluso incluye alguna que otra frase
célebre ya pronunciada por el famoso detective en las novelas de Arthur Conan
Doyle. Mientras leía, sentí que volvía a reencontrarme con el Sherlock de las
aventuras originales, y eso hizo que disfrutara mucho de la obra.
Manuel Vallejos, por otra
parte, ocupa el rol que habitualmente suele corresponder a Watson: el de
narrador testigo. De esta manera, seguimos las peripecias de Sherlock desde
fuera, sin tener pleno conocimiento de las deducciones que está realizando
sobre el caso, mientras Manuel nos va contando algunos aspectos de su propia
vida y de la ciudad en donde vive.
La trama tiene lugar en la
provincia de Buenos Aires durante 1908, por lo que la presencia de inmigrantes
de distintas culturas -y también de los pueblos originarios- es una constante
en la obra. La ambientación de la ciudad atestada de gente, así como de los
barrios marginales, está muy bien lograda; genera la agradable sensación de que
uno se traslada en el tiempo para vivir una aventura detectivesca con todos sus
elementos clásicos en un entorno conocido.
El final tiene un pequeño
giro que hará saltar de sorpresa a más de uno, y que además resulta simpático.
Las pistas que conducen a la resolución del caso están diseminadas a lo largo
del texto y son lo suficientemente claras como para que el lector pueda volver
a ellas y reconocer que los hechos siempre estuvieron allí, frente a sus ojos.
El libro cuenta, además, con
dos aportes extra. Por un lado, un apartado que nos habla sobre la importancia
de los clásicos y los elementos más comunes de las historias policiales; y por
el otro, un cuento extraído de Las aventuras de Sherlock Holmes, para
invitar a los nuevos lectores a acercarse a las obras originales. Se trata de
"La liga de los pelirrojos", un caso especialmente curioso y
divertido, que además tiene una vinculación con la novela de Mario Méndez en el
hecho de que el cliente en cuestión tiene el cabello colorado, al igual que
Manuel Vallejos.
Me ha parecido un libro muy
agradable de leer, que homenajea como debe ser a uno de los detectives más
emblemáticos del género policial. Si les gustan los libros vinculados al mundo
sherlockiano o las historias de misterio en general, no duden en leerlo.
¿Ustedes han leído algún libro de Mario Méndez? ¿Les gustan las historias basados en clásicos? ¡Cuénteme en los comentarios!